Desde la orilla trianera del Guadalquivir la calle Betis mira a Sevilla. El magnífico espectáculo que componen el río, la Torre del Oro, la Giralda, la Catedral, la fachada del Paseo de Colón, el Puente de Isabel II, etc. visto desde el emplazamiento del Restaurante es la imagen soñada de la Ciudad.

En este contexto urbano se propone una intervención respetuosa, de bajo impacto visual, que ordene la parcela en dos niveles. En la cota de la rasante de la calle Betis se proyecta un volumen menor, opaco, con fachadas aplacadas de piedra, para alojamiento de los accesos, que actúa como remate de la edificación colindante existente y un volumen mayor, acristalado en sus paramentos verticales, destinado a comedor, que pretende ser el elemento emblemático del conjunto y que permite por su transparencia la visión de la ciudad a través de sus fachadas. Esta edificación ocupa parte de la parcela liberando una amplia zona de terraza y doble acceso al río. Bajo la rasante se proyecta el zócalo de la edificación, también aplacado de piedra destinado a comedor y cocina, que viene a jugar con el muro de contención para canalización de la Dársena. La imagen de la intervención proyectada es la de un cuerpo sólido que recibe un volumen transparente girado para orientarse hacia la Giralda.